Este blog continúa en: Lights and shadows keep on changing

sábado, 27 de noviembre de 2010

Sin tacones

Llevaba tiempo fijándose en aquella mujer. El ruido de sus tacones hizo que la mirara cuando entró en la sala, sin embargo, ella había pasado desapercibida para el resto de los presentes. Vio que ella se sentaba varios asientos más allá, en la barra. No demasiado lejos, pero tampoco demasiado cerca aun cuando todas las banquetas estaban vacías.

Fue entonces cuando se dió cuenta de que aquella mujer era más de lo que parecía. Su simple pelo castaño oscuro ahora lucía un brillo azabache. Sus ojos, aparentemente marrones, cobraron un tono vivo y ardiente bajo las rojizas luces de la sala. Sus labios se volvieron carnosos cuando se mojaron con el primer sorbo de su bebida.
Terminó de otro trago la copa y giró su cabeza, hasta entonces apoyada en la palma de su fina mano, para mirarle a él. Ella arqueó las cejas al encontrarse con su mirada y se rió de manera casi imperceptible antes de llamar al camarero.
Mientras movía su segunda copa entre sus dedos volvió a mirarle de reojo, pero esta vez no sonrió. Suspiró dejando entrever un sufrimiento mayor del que seguramente ella habría querido mostrar y se terminó la copa.
Cuando él se había decidido a acercarse, ella dejó el dinero sobre la barra y salió caminando elegantemente por donde había venido.
Ahora era él el que suspiraba. Aquella mujer tenía algo especial y ahora nunca habría podido embarcarse a descubrirlo. Habría deseado poder conocerla...
Miró su copa una única vez antes de dejarla aún sin acabar sobre la barra junto con un billete y salir precipitadamente del bar. Afuera llovía intensamente pero pudo ver como varios metros más allá la puerta de un taxi se cerraba y el vehículo se perdía de vista al doblar la esquina.
Empapado y sometido bajo otro profundo suspiro, comenzó a caminar de vuelta sin ninguna prisa por llegar a aquel piso vacío.


Para una gran amiga.
Por su gran fascinación por el mundo y sus deseos de conocerlo por completo.
Para que recuerde que aunque en ocasiones crea que sus tacones invisibles no llaman la ateción,si lo hacen.
Y para que tenga en cuenta que no son sus tacones,
sino que es ella la que brilla.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Condena

Condeno a los reproches,
a las mentiras y a las miradas malintencionadas.
Al rencor y al odio. A los sinsentidos.
A perderse uno mismo para asemejarse a otro.
A la rendición y al abandono.
Al egoísmo, la avaricia y el egocentrismo.
A los prejuicios. A la hipocresía.
A la indecisión. A los que se esconden.
A la esclavitud y a la falta de libertad.

Y de ahora en adelante, también condeno al miedo,
a la sumisión, y a los secretos.
Os condeno a todos al olvido, el último de los condenados,
para que se condene a sí mismo.