Este blog continúa en: Lights and shadows keep on changing

miércoles, 24 de febrero de 2010

Lluvia


Donde hubo luz, ahora cae la oscuridad.
Donde hubo amor, ya no lo habrá más.
No digas adiós,
No digas que no lo intentarás.

Las lágrimas que lloramos,
Son lluvia cayendo.
Por todas las mentiras que nos dijistes,
El dolor, la culpa...
Y vamos a esperar,
Para estar tan solos.
Estamos perdidos,
Nunca podremos volver a casa.

Así, al final,
Seré lo que tengo que ser.
Un amigo fiel,
Nunca fue para mí.
Ahora decimos adiós...

Éstas lagrimas que lloras
Han llegado demasiado tarde.
Retirar las mentiras,
El dolor, la culpa.
Y despertarás,
Cuando estés frente al fin, solo.
Estás perdido,
Nunca podrás volver a casa...
Emiliana Torrini. Gollum's song.

martes, 23 de febrero de 2010

Navia...


El sufrimiento la desbordaba, ese dolor tan intenso al ver la vida desvanecerse. [...] No emitieron más sonidos que crujidos, pero ella sí podía oirlos gritar, al igual que gritaba algo dentro de ella. La desesperada impotencia, la agonía de verlos morir...
Y cuando el último cayó, un quejido salió de sus labios. Sintiendo que las fuerzas la abandonaban, cayó de rodillas contra el suelo y comenzó a llorar. Lloraba por aquellos que no pudieron llorar, y gritó por aquellos que no podían gritar. [...]

Solo sombras.

[...] Vacío, anduve sin rumbo por la ciudad. Gentes extrañas pasaban a mi lado sin verme. Un cuerpo se derritió con leve susurro al tropezarme. Anduve más y mas.
No sentía mis pies. Quise cojerlos en mi mano, y no hallé mis manos; quise gritar, y no hallé mi voz. La niebla me envolvía.
Me pesaba la vida como un remordimiento; quise arrojarla de mí. Mas era imposible, porque estaba muerto y andaba entre los muertos.



Luis Cernuda. "Los placeres prohibidos".

Olvidar...


Ver tus ojos cada día y tener que olvidar...
luchar por estar más cerca tuya y sufrir tu rechazo
y después... vuelvo a estar sola, a solas con mi pecho rasgado, abrazada a mis rodillas intentando no romperme en pedazos.
Cuando mis ojos se secan y se borra el rastro de las lágrimas en mi piel vuelvo, sonrío mientras me hablas, oír a todo lo que aspiras, todo tan lejano... que me siento pequeña, insignificante.
Y luego llega la resignación. Acepto que voy a permanecer a tu lado, tu amiga... y que tengo que ser feliz, sin aspirar a nada.
me trago lo que siento, oscureciendo un rincón de mi alma,
que siempre será tuyo... y que nunca reclamarás

domingo, 21 de febrero de 2010

Moment of surrender...

Me até con alambre
Para poner a los caballos en libertad
Jugando con fuego
hasta que el fuego jugó conmigo

La piedra era semipreciosa
apenas éramos conscientes
Dos almas demasiado listas como para estar
en la esfera de la realidad
Hasta en el día de nuestra boda

Nos prendimos fuego
Oh Dios, no la rechaces
No se trata de que yo crea en el amor o no
Pero si el amor cree en mí
cree en mí...

En el momento de la rendición
Caí de rodillas
No noté a los que pasaban
Y ellos no me notaron a mí

He estado en todos los agujeros negros
En el altar de la estrella sin luz
Ahora mi cuerpo es el plato de un mendigo
Que mendiga su regreso, mendiga su regreso
A mi corazón
Al ritmo de mi alma
Al ritmo de mi inconciencia
Al ritmo que añora ser liberado del control

Apretando los números del cajero automático
Pude ver en el reflejo
Una cara viéndome de regreso

En el momento de la rendición
De la visión por encima de la visibilidad
No noté a los que pasaban
Y ellos no me notaron a mí

Iba a toda velocidad en el metro
A través de las estaciones del via crucis
Cada ojo mirando hacia otro lado
En cuenta regresiva hasta que el dolor se detuvo

En el momento de la rendición
De la visión por encima de la visibilidad
No noté a los que pasaban
Y ellos no me notaron a mí.


U2. Moment of surrender... cuánto me ha dado este grupo... me gustaría poder daros las gracias.

sábado, 20 de febrero de 2010

Benevolencia


Ese sentimiento escondido, encerrado, atrapado
que busca escaparse por mis lágrimas,
pero mis lágrimas están encadenadas.
Sonrío sin fuerzas, no sin ganas.
Mi alma, libre, se escapa, me deja sola, abandonada
y quisiera volar con ella, hacia donde seré yo quien esconda otras almas
desamparadas, donde mis lágrimas serán liberadas.
Y entonces esa alegría escondida, encerrada, atrapada
será olvidada.

La eternidad.




-¡La etenernidad! -exclamó ella con desdén-. ¿De qué te sirve la eternidad si para ello has de renunciar a la vida?

-La eternidad -replicó Todo- es la libertad ansiada por todos aquellos que son esclavos de su cuerpo. Tu amigo lo sabe. Sabe que lo que la Emperatriz le ofrece vale más que una corta vida que pasará alimentándose, durmiendo, envejeciendo y criando a unos hijos que serán tan esclavos como él. Por eso te ha dado la espalda, muchacha. A ti y a todo lo que conoció. Sabe muy bien que el don de la Emperatriz no tiene precio. ¿Qué podrías ofrecerle tú a cambio de la eternidad? ¿Qué puedes regalarle que valga más que la libetad?

Ella montó en cólera. Las palabras de Todo le parecían una sarta de disparates.

-Vivir la vida -dijo-, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida. Los etéreos pierden la capacidad de sentir, de emocionarse. Eso es lo que nos hace amar la vida. Los etéreos buscan una existencia sin límites y al mismo tiempo renuncian a las cosas que valen la pena. Serán eternos, sí. Pero estarán eternamente vacíos. Tú lo sabes -concluyó, con una traviesa sonrisa-. Presumes de ser Todo, pero estás atrapado en una cárcel líquida. Presumes de no sentir necesidades corporales, pero me has robado un beso. Sólo para tratar de recordar qué se sentía al besar a una mujer.

Todo no respondió.

Ella se levantó, segura y confiada, por primera vez en mucho tiempo.

-No eres Todo -le aseguró-. No eres yo. Porque aún poseo un cuerpo que me delimita. Porque tengo una identidad, y porque aún recuerdo mi nombre. Y sé que tú desearías acordarte del tuyo.
.
Laura Gallego García. La emperatríz de los etéreos.