El sufrimiento la desbordaba, ese dolor tan intenso al ver la vida desvanecerse. [...] No emitieron más sonidos que crujidos, pero ella sí podía oirlos gritar, al igual que gritaba algo dentro de ella. La desesperada impotencia, la agonía de verlos morir...
Y cuando el último cayó, un quejido salió de sus labios. Sintiendo que las fuerzas la abandonaban, cayó de rodillas contra el suelo y comenzó a llorar. Lloraba por aquellos que no pudieron llorar, y gritó por aquellos que no podían gritar. [...]
Y cuando el último cayó, un quejido salió de sus labios. Sintiendo que las fuerzas la abandonaban, cayó de rodillas contra el suelo y comenzó a llorar. Lloraba por aquellos que no pudieron llorar, y gritó por aquellos que no podían gritar. [...]
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