
Ella iba todos los días a la cueva.
Se tumbaba al borde de las rocas, escuchando al agua correr por el riachuelo.
Sus dedos se entretenían moviendo piedrecitas mientras su cabeza daba vueltas al mismo asunto. Se moría por salir corriendo de allí, con sus pies descalzos, y correr hasta encontrarle, para decirle...
Pensaba una y otra vez, mordiéndose el labio.
Cuando la luz apenas entraba a la cueva, soltaba las piedrecitas al río hasta que las perdía de vista. Se levantaba y se marchaba con la despedida de su propio suspiro devuelto por el eco de la cueva.
Todos los días volvía a la cueva. Todos los días soltaba las piedrecitas y regresaba cuando el sol se ponía.
Todos los días arrojaba sus palabras al río para que se las llevara la corriente.
-Oh, vamos, ¡cállate!
le respondía su propio eco.
Día extraño... los exámenes ya no me sirven ni para mantener la mente ocupada. Imágenes que me vienen a la cabeza, sin sentido... ¿hoy? la cueva.
Dolida por las palabras que me devuelve mi eco... y enfadada conmigo misma por insistir en ignorar su sabio consejo.
Tremendo... ¿de dónde has sacado la foto?¿Google sin más? Está genial, y al relato le va de perlas...
ResponderEliminarUn beso!
¡Gracias! =D
ResponderEliminarSí, en google (hay que ser ingeniosos a la hora de elegir las palabras claves =P), de hecho.. estaba buscando fotos con relación a la idea de callate-no-digas-nada y fue verla y venirme todo esto a la cabeza... para el caso, es lo mismo, ¿no?...
Buen texto... de esos que se hacen porque queman.
ResponderEliminarRecuerda si vas a salir a la batalla... no lo hagas muerta.
Aúlla*
Por fin tengo foto xD
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