Antaño, la Tierra vivía en su perfecto equilibrio, naciendo y muriendo cada día para continuar fluyendo. Cada ser daba paso a otro, moría y volvía fielmente a Ella para volver a darle vida.
Pero ese frágil equilibrio fue quebrado. El ser humano cada vez la restringía más y más, reduciéndola. Necio y egoísta, la destruye, somete y aniquila... Pero también olvida.
Pero ese frágil equilibrio fue quebrado. El ser humano cada vez la restringía más y más, reduciéndola. Necio y egoísta, la destruye, somete y aniquila... Pero también olvida.
Desde su ignorancia y su miedo gobierna cegado. Sigue devastando su propio hogar y, cuando muere, no regresa para enmendar sus delitos. Su rudo cuerpo no libera a su alma y ella yace, llorando, viendo cómo su Madre muere lentamente. Llorando por toda la eternidad...
Y se dice que el lobo aúlla por las noches, uniéndose a sus llantos.
Y que el agua cae para borrar sus lágrimas.
Que los cisnes cantan antes de morir para recordarlas que ellos no olvidan,
Que las hojas caen para abrigarlas
Y que las flores se cierran en señal de duelo, cuando la noche se alza y las estrellas brillan en lo alto, acompañándolas en su tristeza eterna.

Bonito post. Me gusta cómo escribes.
ResponderEliminarSaludos,
Sara.
"Que las hojas caen para abrigarlas
ResponderEliminarY que las flores se cierran en señal de duelo..."
preciosas palabras...